El 2014 visité Los Ángeles, California, por primera vez. Fui a visitar a mi mejor amiga de la universidad, que vive allá desde hace 5 años y es paciente de cannabis medicinal. Una vez que llegué, me volví loca con la legalización. No podía creer la cantidad de variedades y la abundancia de cannabis que se me ofrecía para consumir. Pensé que nunca más volvería a pisar esos suelos, pero la vida me sorprendió.
Este año tuve la oportunidad de visitar Los Ángeles por segunda vez. En esta ocasión el carrete fue bastante más discreto, pero no por eso aburrido. Con mi amiga tomamos la decisión consciente de cambiar el alcohol por cannabis. Ella no podía beber ya que se había sometido a una cirugía, y yo no quería beber porque venía aterrizando de dos semanas seguidas de vacaciones familiares y alcohol, o como mi familia prefiere llamarlo: “mejoramiento”.
Tras mi primera visita me quedaron algunas cosas pendientes y una de ellas era asistir a un evento cannábico. Por lo que cuando me enteré que, en la misma semana de mi visita, la Revista High Times realizaría una copa, no lo pensé 2 veces y de inmediato le dije a mi amiga que comprara entradas. Fue un clásico momento de “se pensó y se hizo”.
La “High Times Southern California Medical Cannabis Cup”, se realizaría el sábado 7 y domingo 8 de febrero en el Centro de Eventos NOS, en San Bernardino, California. Las entradas costaban un poco más el día sábado debido a que estaría Afroman, por lo que compramos entradas para el día domingo ya que, además de ser más barato, por lo general el día de la premiación es el mejor.
Como yo estaba de vacaciones, decidí que me iba a tomar el día con calma. No me iba a volver loca por tomar apuntes ni sacar fotos. Iba a asistir como una fumeta más y no en misión de reportera cannábica. Mi razón para no alumbrarme mucho fue una estrategia premeditada. Estaba a punto de asistir a una copa cannábica y como sabía que yo no tenía permiso medicinal ni acreditación como prensa, era probable que no podría acceder al área de medicación y que me quedaría sola esperando a mis amigos californianos, mientras ellos fumaban, comían y probaban las variedades más exquisitas de cannabis y aceite que el estado tenía para ofrecer. Aún así, no me importaba si me quedaba sola sentada en una banca. Yo quería saber cómo era una copa enfocada en forma exclusiva a los usuarios medicinales.
El día de la copa decidí prepararme bien por si acaso mis temores se cumplían y no lograba acceder a la zona para fumadores, por lo que apenas desperté comencé el día con un mañanero. Era día de copa y estábamos contentos así que después de varios bongazos y la mitad de una Snickerdoodle cannábica, comencé a prepararme para salir. La copa abría sus puertas a las 13:00 hrs pero recién a esa hora salimos de la casa. Kevin, el pololo de mi amiga, decidió acompañarnos y nos llevó en su auto.
El trayecto fue largo y elevado. Recuerdo que nos movíamos de una pista a otra por la carretera y a pesar de ir rápido se sentía que no existía el tiempo. La “elevada” debía durar la mayor cantidad de tiempo posible, ya que para evitar problemas en la puerta decidimos seguir las recomendaciones de los organizadores y no llevar weed con nosotros. Si ninguna alma caritativa decidía compartir su weed conmigo, entonces era muy probable que pasaría un día de sobriedad viendo como todos se medicaban menos yo.
Al llegar a la puerta, mostré mi identificación y recibí mucha buena onda por parte de las anfitrionas. Al entrar se respiraba ese rico olor a cogollo y libertad. De todas maneras la situación era diferente a Chile, ya que no estábamos en un parque como cuando se celebra ExpoWeed, o en una plaza como cuando termina una marcha. Esto más bien tenía pinta de un estacionamiento gigante. La zona de medicación se encontraba a pleno sol, los toldos eran lo único que protegía a los stands del calor. No había presencia de la policía, sólo seguridad privada porque eso es lo que esto era… un evento privado.
Mi amiga y su pololo fueron a buscar sus pulseras de acreditación medicinal para así ingresar a la zona de medicación. Yo no la acompañé porque no soy residente del estado de California así que evidentemente no tengo permiso. Junto con mis amigos, caminamos con seguridad hasta el acceso a la zona medicinal, puerta en donde nos recibieron 2 guardias, uno a cada lado. Mi amiga y su pololo mostraron sus pulseras y entraron. Yo me hice la loca, como si no hubiese escuchado la petición del guardia y caminé tras ellos. En ese instante el guardia me pidió mi pulsera, volví a hacerme la que no lo había escuchado y le mostré mi pulsera de acceso general. Me respondió que no me preocupara, que podía obtener mi pulsera medicinal en la carpa techada que estaba a unos metros de ahí. Le dije que no me la darían porque no vivía en el estado, pero que tampoco la necesitaba porque sólo quería acompañar a mis amigos. El guardia me responde: “Pero usted necesita pulsera, si no la tiene no puedo dejarla pasar”.
En ese instante me encomendé a Dios y saqué a relucir mis mejores técnicas de persuasión. Aquél guardia me dejó entrar porque creyó que yo no me medicaría sin permiso. Lo que el pobre no sabía es que había dejado entrar un gato a la carnicería. Sonreí y caminé en silencio hacia mis amigos. Una vez que ya estábamos adentro, celebramos porque sabíamos que la había hecho de lujo. Si necesitaba salir, era probable que iba a tener que pasar de nuevo por el show de la pulsera. Así que una vez que logré entrar, yo no quería moverme por miedo a perder mi cupo en el paraíso.
Siendo honesta, la Zona de Medicación era donde mis ojos estaban puestos desde que supe que asistiría a la copa. Los mejores dispensarios del estado de California ofrecían cannabis en todas sus formas, ya fuesen cogollos, aceite BHO, hash, wax, rosin, moonrocks, comestibles, productos medicinales tópicos, lo que se te ocurriera que fuese hecho en base a Cannabis Sativa. Además de los subproductos de la planta, también podías encontrar parafernalia para su consumo e incluso algunos nuevos inventos que se lanzaron ése día al mercado, como pipas, bongs, artesanía en pyrex, accesorios para eliminar el humo, otros para evitar gérmenes al fumar, etc.
Hacía mucho calor y se hizo recurrente la idea de una cerveza helada, pero para eso debíamos salir de nuevo, lo que no era una opción. De pronto llegamos a un stand de granizados, el cual era atendido sólo por mujeres. Pedí uno de uva y fui un poco ingenua al pensar que era sólo un helado, hasta que vi como lo rociaban con aceite medicinal de cannabis. Logré capear el calor y medicarme de nuevo. Mientras el granizado hacía efecto, pasamos fuera de un stand que ofrecía dabs gratis. Nos miramos y nos detuvimos de inmediato. Uno no rechaza la oportunidad de quemar aceite de alta calidad, así que era tiempo de testear. El dab me dejó en la luna y seguimos recorriendo stands. En verdad no se cómo explicarles la volada en la que me encontraba, y a mi alrededor sólo veía frascos y más frascos de cogollos por todos lados. En verdad parecía una tienda de dulces pero en las nubes.
Como a los 30 minutos después nos pegamos otro dab y decidimos ir a almorzar. Yo en verdad no quería moverme de la Zona de Medicación. Todo estaba pasando ahí, pero bueno, después de haber probado tanta exquisitez, el bajón llegó con todo. En este momento ya eran cerca de las 4 de la tarde. Almorzamos sentados en una plaza que se encontraba fuera del Edificio Citrus, lugar en donde se encontraban los expositores. Nos quedamos un momento ahí para protegernos del calor, escuchamos la charla algunos minutos, pero en nuestras mentes ya sabíamos que había que regresar a la Zona de Medicación. Para mi fortuna el mismo guardia se encontraba ahí, por lo que le sonreí, me sonrió, llegué, pasé y no me dijo nada. La hice 2 veces.
Me acerqué a un stand en donde regalaban Smores, que son un sandwich de galleta relleno con marshmallows derretidos y trozos de chocolate. Que rico, el postre perfecto después del almuerzo. Pensé que por fin iba a bajar un poco, pero cuando ya lo tenía en mi mano se me ocurrió preguntar: “¿esto tiene weed?” a lo que me respondieron: “Sí, el chocolate es cannábico”. Bueno, ¿qué se le iba a hacer? Se veía tan rico que lo comí y elevé de nuevo.
De alguna manera, el chocolate cannábico me alentó para ir en la búsqueda de más muestras gratis, por lo que vamos comiendo y elevando. Al lado de un stand que ofrecía más chocolate, un señor muy amoroso con cara de Willie Nelson me ofreció un dab gratis. Kevin lo aceptó. Recuerdo habérselo agradecido con todo mi corazón, pero tuve que decir no, ya había sido suficiente para mí. Le dije: “I’m so high” (Estoy tan elevada) y él se rió conmigo y me respondió “We all are” (Todos lo estamos).
Como ya no me sentía en humor de humo, los comestibles se llevaron mi atención. Me acerqué a un stand y compré una galleta con chips de chocolate hecha por Mama Ganja. Una delicia recomendada 100% ya que contienen extracto de cannabis de Vader Extracts. En cambio mi amiga compró un cogollito de Blue Dream. El año anterior habíamos fumado mucho de ésta Sativa y se convirtió en nuestra variedad favorita para conversar. Para rememorar tiempos bonitos compramos 20 dólares, una cosita poca para degustar en casa.
Lo más curioso es que a pesar de estar en una Copa Cannábica, nunca vi la Copa. Estuve tanto tiempo pasándola bien en la Zona de Medicación, entre los dabs y los comestibles gratis, que nunca fue prioridad ir a la premiación. De todas maneras, los grandes ganadores de la jornada fueron:
- Mejor Hash sin disolventes: Blissful Wizard por Incognigrow Farms.
- Mejor Concentrado “Sativa”: Red Dragon Budder por Dabblicious Extracts.
- Mejor Concentrado “Índica”: Lemon Walker OG por Gold Coast Extracts.
- Mejor Concentrado “Híbrida”: Lemon Bananas Budder por Dabblicious Extracts.
- Mejor Concentrado “CBD”: Ringo’s Gift por POP Naturals con WCHC.
- Mejor Comestible: Charqui “Reef Jerky” por Badfish Extracts & Healthy Healing.
- Mejor Comestible “CBD”: Spray de Menta Fresca de 350 mg de CBD por Bhang Chocolate.
- Mejor Producto Tópico: Bálsamo labial Honey Pot Bear por Pure Joy Collective.
- Mejor Flor “Híbrida”: Wellness OG por The W.E.E.D en Studio City.
- Mejor Flor “CBD”: V.C.D.C. por Moxie Seeds & Extracts.
- Mejor Flor “Índica”: Kosher Kush por Greenwolf LA con Kush Company.
- Mejor Flor “Sativa”: Mango Tango por Elemental Seeds.
Sin darme cuenta ya había anochecido. Eché todos los regalos y compras del día en una linda bolsa reciclable que me regaló Bhang Chocolate y caminé junto a mis amigos en búsqueda del auto. Habíamos triunfado… sobrevivimos a una High Times Cannabis Cup.
Al día siguiente, Kevin llamó a su jefe para avisar que no iría a trabajar. Eran las 6 am y él seguía elevado. Imposible ir a trabajar así. Más tarde esa mañana, desperté y me di cuenta que yo también seguía flotando. Como ya nadie iba ir a trabajar o a estudiar, nos juntamos en la cocina y desmenuzamos una vez más. Comenzaba otro día en Los Ángeles y me sentí bendecida al ver que había Blue Dream para el desayhumo.
Por Daniela Rodríguez (@Danirodrigz).